TRISTEZA Y MI RAYITO DE LUZ
El otro día
mientras hablaba con un amigo, le comentaba que son varios borradores los que
tengo para mí blog; borradores que probablemente salgan a la luz en unos meses
o nunca se vean, sea como sea, este es uno de ellos. Hey hey! 🤓 ¿Cómo estás? Es bueno estar aquí otra vez contigo 😊💓
Siendo sincera,
y creo que ya te había contado en otro post, no soy una persona que exprese a
los demás cuando se siente mal (aunque ando trabajando en ello). Usualmente me lo
trago y lo dejo pasar hasta que todo se junta. Así que no te saques de onda por
lo que estas a punto de leer porque necesito sacar ya todo eso que llevo dentro
y que mejor manera que escribiendo.
Han pasado
algunos días desde que he andado por ahí con mi corazón lleno de agujeritos
(tal cual como dice aquella canción que me gusta tanto), días en los que he
pasado un poco de insomnio pensando cosas sin sentido y días en los que he
estado de un humor especialmente irritable. Sin mentiras y siendo directa: me
he sentido triste, cansada de todo y, a ratos, sola un poco. Han sido “días
grises” y, al mismo tiempo, buenos.
A pesar de sentirme tan pequeña como un grano de arena en esa playa tan extensa, no puedo jugar tanto a la víctima si mi yo interna siempre encuentra ese rayito de luz que me calienta el alma. Como bien sabes, hace una semana celebrábamos los Días Santos y tuve la oportunidad de organizar y vivir la Pascua Juvenil Online 2021 junto con mis amigos de la Iglesia. Después de un año, ¡volví a ver la carita de esas personas tan chulas y que estimo tanto! Pude conocer nuevas caras, sentirme como en casa y, sobre todo, me volví a conectar conmigo y con Diosito.
Como es
costumbre mía, voy a hacer una pausa y te explicaré porque todo lo anterior. Si
bien te mencione todas esas emociones no tan agradables que me han perseguido
durante los últimos días, no puedo ignorar el hecho de que todo esto me lleva
siempre al mismo lugar. Esté en China o México, bailando o leyendo; siempre que
hay caos en mí o en mi vida, el rayito de luz que sale a guiarme, siempre me
lleva al mismo lugar: Jesús.
Jesús es la
respuesta que tengo siempre, a todo. Su amor tan puro y real es como un gran
abrazo que calma tanto el alma, es impresionante sentirlo tan cerca de maneras
tan imprevistas: con las risas de mi familia reunida, las bromas de mis amigos,
los “¡que gusto verte después de tanto!” o “te quiero mucho”, los días en casa
de mi abuela, el amor sincero que me da la gente, la comida deliciosa que puedo
compartir y mi yo fuerte que me motiva siempre a seguir. ¡Ay caramba! ¡De
verdad que es bonito sentir amor en cosas tan sencillas!
¿Puedes entender mejor porque los mencionados “días grises” se vuelven tan insignificantes para mí cuando lo pienso? Con tantas bendiciones y cosas buenas que tengo, hablar sobre lo malo no me apetece en lo más mínimo y más si las emociones siguen tan recientes.
Ya va, que no
estoy diciendo que sea malo todo esto, quiero decir: ¡es normal! Sería raro que
nunca lo sintiera, sin embargo (y desde mi perspectiva), yo, Ivanna, no puedo
quedarme estancada con ello. ¡Hasta Gustave Flaubert lo dijo también! Ese
escritor francés dijo que la tristeza es de tenerle cuidado porque se
vuelve un vicio; eso y que Jesús no me deja estar con ella tanto tiempo hacen
que lo guarde aún más para mí y, al mismo tiempo, lo deje ir así sin más.
Ese
amigo mío tiene algo que no me suelta, porque, aunque me esconda debajo de una
piedra, me encuentra. Llámame loca religiosa si quieres, pero estoy firmemente
segura que Él también es tu respuesta para ese caos que se forma con la
tormenta. Déjate empapar de su amor como yo lo hice con esos momentos tan
instantáneos, abre tu corazón, desplómate en sus brazos y dile fuerte que estás
listo: para caminar juntos, para bailar en la oscuridad, para brindar por lo
bueno y para sentir ese rayito de luz.
Finalmente, no puedo dejarte
ir aún sin darte algunos “spoilers” para tu vida. El primero de ellos: no estás
solo, nunca lo estas ni lo vas a estar, aunque sientas que el mundo se te cae
encima; porque no solo tienes a Jesús, también tienes a la familia, los amigos,
la música, las risas y la buena comida para sanar el alma. El segundo: tú
puedes con todo, que nadie te haga sentir lo contrario; inhala y exhala porque
cuando sientas que ya no das más es cuando viene el paso final. Por último: el
arcoíris siempre sale después de esa tormenta tan grande para brillar con más
fuerza.
Sin más que decir, me despido por el momento. No te olvides de brillar mucho, de disfrutar vivir y de soñar en grande. Que la mejor de mis vibras llegué hasta tu casita y que las bendiciones nunca falten 😊✨
¡Nos vemos en el próximo post!
- Ivanna
PD: gracias por
leer esto, por llegar al final y por ver un poco de todo; estoy bien, mejor de lo que pensé que iba a
estar al acabar de escribir.


0 comentarios